Publicado el marzo 15, 2024

Contrariamente a la creencia popular, las malas hierbas no son el enemigo a erradicar, sino el síntoma de un problema subyacente en su jardín. En lugar de combatirlas con escardas infinitas o herbicidas dañinos, la clave para eliminarlas de forma permanente es aprender a interpretar sus señales. Este artículo le enseñará a diagnosticar el estado de su suelo a través de las plantas que crecen en él y a aplicar soluciones que atacan la causa raíz, curando su jardín desde dentro.

El jardinero español se enfrenta cada fin de semana a una batalla que parece perdida de antemano: la escarda. Arrancar un diente de león hoy es ver aparecer tres mañana. Esta lucha constante contra las «malas hierbas» o adventicias es agotadora y, a menudo, frustrante. Las soluciones habituales, como el uso de herbicidas o la laboriosa extracción manual, atacan el síntoma visible pero ignoran por completo la enfermedad subyacente del ecosistema de su jardín.

La mayoría de los consejos se centran en cómo matar la planta, pero rara vez se preguntan: ¿por qué ha crecido precisamente esta planta, aquí y ahora? La presencia masiva de ciertas especies no es casualidad. Son plantas bioindicadoras, mensajeras que nos traen un diagnóstico preciso sobre las condiciones del suelo: su compactación, su pH, su nivel de humedad o la falta de nutrientes. Tratar de eliminarlas sin entender su mensaje es como apagar la alarma de incendios sin apagar el fuego.

Pero, ¿y si la verdadera clave no fuera luchar contra las malas hierbas, sino escuchar lo que tienen que decir? Este artículo adopta una perspectiva radicalmente diferente, propia de un ecólogo de sistemas. Le proporcionaremos las herramientas para dejar de ser un «escardador» y convertirse en un «médico de suelos». Aprenderá a leer su jardín como un sistema interconectado, a identificar las causas reales que favorecen la proliferación de adventicias y a implementar estrategias que no solo las eliminan, sino que mejoran la salud y la resiliencia de todo su espacio verde a largo plazo.

A lo largo de las siguientes secciones, desglosaremos este enfoque causal. Analizaremos qué nos dicen las plantas más comunes, cómo diagnosticar los problemas de su suelo, evaluaremos las soluciones de cobertura, expondremos los peligros ocultos de los químicos y, finalmente, le daremos un plan de acción para crear un jardín que se defienda por sí mismo, de forma natural y permanente.

¿Por qué la aparición masiva de diente de león indica suelo compactado y ácido?

La presencia insistente del diente de león (Taraxacum officinale) en un césped o parterre no es un signo de mala suerte, sino un diagnóstico preciso. Esta planta es una de las plantas bioindicadoras más fiables. Su sistema radicular, una raíz pivotante potente y profunda, está biológicamente diseñado para prosperar donde otras plantas fracasan: en suelos pesados, arcillosos y compactados. Su crecimiento masivo es una señal inequívoca de que su suelo tiene un problema de estructura y, posiblemente, de acidez.

El diente de león actúa como un «médico del suelo» o un arado biológico. Su raíz es capaz de penetrar hasta dos metros de profundidad, rompiendo capas endurecidas que el agua y el aire no pueden atravesar. Al hacerlo, crea canales de aireación y drenaje. Además, su capacidad para extraer nutrientes de capas profundas, como el calcio, y llevarlos a la superficie mejora la fertilidad del horizonte superior cuando la planta se descompone. Su presencia, por tanto, es un intento de la naturaleza por reparar un suelo degradado, especialmente común en zonas de la Meseta española tras años de uso de maquinaria que ha destruido la estructura edáfica.

Otras plantas también nos ofrecen pistas valiosas sobre el estado del terreno. Entender este lenguaje es el primer paso para aplicar el remedio correcto, no a la planta, sino al suelo que la acoge.

Para facilitar esta labor de diagnóstico, la siguiente tabla recoge algunas de las plantas indicadoras más comunes en España y los problemas de suelo que señalan, una información validada por la práctica en agricultura ecológica.

Plantas Bioindicadoras del Estado del Suelo en España
Planta Indicadora Tipo de Suelo Problema Indicado Región España
Diente de león Arcilloso compactado pH ácido, falta aireación Norte húmedo
Verdolaga Seco y desnudo Exceso de luz solar Mediterráneo
Correhuela Compactado profundo Mal drenaje Meseta central
Musgo Húmedo ácido Exceso humedad Galicia/Asturias
Cardo Calcáreo seco Sobrepastoreo Aragón/Castilla

En lugar de maldecir al diente de león, debemos agradecerle el diagnóstico gratuito. Su presencia nos está diciendo: «Su suelo necesita aire, estructura y probablemente una enmienda calcárea». Atacar la planta sin corregir la causa solo garantiza su regreso.

¿Cómo identificar si las malas hierbas aparecen por exceso de riego, compactación o falta de cobertura?

Una vez que aceptamos que las adventicias son síntomas, el siguiente paso es convertirse en un detective de jardines. La clave es la observación sistemática. Tres de las causas más comunes de la proliferación de malas hierbas son el riego inadecuado, la compactación del suelo y la falta de una cobertura vegetal protectora. Cada uno de estos problemas deja pistas visuales muy claras que cualquier jardinero puede aprender a identificar.

El exceso de riego, por ejemplo, crea un ambiente anaeróbico que favorece a plantas adaptadas a condiciones de encharcamiento, como los juncos o el musgo. Si observa una proliferación de estas especies cerca de los aspersores o en zonas bajas del jardín, el problema no es la hierba, sino la gestión del agua. Por otro lado, un suelo desnudo y expuesto al sol directo, típico del verano andaluz, es el hábitat perfecto para la verdolaga (Portulaca oleracea), una planta crasa que resiste la deshidratación. Aquí, la causa es la falta de cobertura o «mulch».

La compactación es quizás el problema más extendido y el más difícil de ver a simple vista. Sin embargo, hay una prueba sencilla y eficaz: la prueba del alambre. Consiste en intentar clavar un alambre rígido (como el de una percha) en el suelo húmedo. Si encuentra una resistencia significativa en los primeros 10-15 cm, su suelo está compactado. Esto limita el crecimiento de las raíces de las plantas deseadas y abre la puerta a especialistas de la compactación como el diente de león o la correhuela.

La siguiente imagen ilustra cómo realizar esta sencilla pero reveladora prueba de compactación en su propio jardín.

Mano realizando la prueba del alambre para medir la compactación del suelo en un jardín español

Observar qué crece y dónde, combinado con pruebas sencillas como esta, le permitirá pasar de la simple eliminación de hierbas a una estrategia de gestión integral del jardín. Cada adventicia le cuenta una historia; solo necesita aprender a escucharla.

Plan de acción para diagnosticar su jardín

  1. Mapeo de especies: Identifique las 2-3 malas hierbas dominantes en cada zona (césped, parterres, huerto) y anótelas en un plano.
  2. Prueba de compactación: Realice la prueba del alambre en varias zonas, especialmente donde proliferan los dientes de león o la correhuela.
  3. Análisis de riego: Compruebe la humedad del suelo antes de regar. Si está empapado a 5 cm de profundidad, está regando en exceso. Observe si hay juncos cerca de los aspersores.
  4. Evaluación de cobertura: Mida el porcentaje de suelo desnudo en sus parterres. Si es superior al 20%, la falta de mulch es un factor clave.
  5. Diagnóstico cruzado: Cruce los datos. ¿La zona con dientes de león coincide con la de mayor compactación? ¿El musgo aparece en la zona más sombría y húmeda? Conecte las causas con los efectos.

Con este diagnóstico en mano, las soluciones se vuelven evidentes. No necesita un herbicida, sino quizás airear, ajustar el riego o añadir una capa de acolchado. El objetivo es cambiar las condiciones del terreno para que dejen de ser favorables para las adventicias y pasen a serlo para sus plantas ornamentales.

Corteza de pino o malla antihierbas: qué solución para eliminar adventicias en zona ornamental

Una vez diagnosticada la falta de cobertura como una causa principal, la solución más evidente es el acolchado o «mulching». Esta técnica consiste en cubrir el suelo desnudo para privar a las semillas de malas hierbas de la luz que necesitan para germinar. Sin embargo, no todas las soluciones de acolchado son iguales. La elección entre un material orgánico como la corteza de pino y una solución sintética como la malla antihierbas tiene implicaciones profundas para la salud del suelo, la sostenibilidad y el mantenimiento a largo plazo.

La malla antihierbas de plástico es a menudo vista como una solución definitiva y de bajo mantenimiento. Su eficacia inicial para bloquear las hierbas es alta. No obstante, sus desventajas a largo plazo son significativas. Al ser una barrera física impermeable, impide el intercambio de gases y la infiltración de materia orgánica, asfixiando progresivamente la vida del suelo. Además, su degradación con el tiempo es un problema ecológico creciente; estudios recientes demuestran que las mallas plásticas liberan hasta 15 gramos de microplásticos por m² en 5 años, contaminando su jardín de forma irreversible.

La corteza de pino, por otro lado, es un material orgánico que, al descomponerse lentamente, aporta materia orgánica y mejora la estructura del suelo. Ayuda a conservar la humedad, un factor clave en los climas secos de España, y modera la temperatura del suelo. Sin embargo, tiene sus propias particularidades: tiende a acidificar ligeramente el suelo, lo que puede ser beneficioso para plantas como las hortensias pero perjudicial para otras. Además, en climas muy secos y ventosos, puede presentar un mayor riesgo de incendio que otras alternativas minerales como la grava volcánica, muy popular en Canarias.

La elección, por tanto, depende del contexto climático y de los objetivos a largo plazo para su suelo, como se detalla en la siguiente comparativa.

La decisión sobre el tipo de acolchado debe considerar no solo la eficacia a corto plazo, sino también el impacto a largo plazo en la salud del ecosistema de su jardín, como se puede ver en esta comparativa de soluciones de acolchado adaptada a las condiciones de España.

Comparativa de Soluciones de Acolchado según Clima Español
Material Ventajas Desventajas Ideal para Coste 5 años/10m²
Corteza de pino Conserva humedad, estético Riesgo incendio, acidifica suelo Norte húmedo 150€
Malla antihierbas Eficaz 5+ años Microplásticos, impide vida del suelo Caminos 80€
Grava volcánica Ignífuga, duradera No mejora suelo Canarias/zonas secas 200€
Plantas tapizantes Mejora suelo, estético Inversión inicial alta Toda España 120€ (solo inicial)

La alternativa más sostenible y que se alinea con un enfoque ecológico es el «acolchado vivo»: las plantas tapizantes. Aunque requieren una inversión inicial, a largo plazo crean una barrera natural y viva que suprime las malas hierbas, enriquece el suelo y fomenta la biodiversidad, convirtiéndose en la solución verdaderamente permanente.

El daño colateral del glifosato que esteriliza el suelo matando vida microbiana durante meses

Frente a la frustración de las malas hierbas, la solución más rápida y aparentemente más eficaz es el herbicida sistémico, cuyo principio activo más conocido es el glifosato. Su popularidad es innegable; solo en nuestro país, se vendieron 11.418.239 kilogramos de glifosato en España en 2021, según datos oficiales del Ministerio de Agricultura. Sin embargo, esta «solución» es comparable a usar un antibiótico de amplio espectro para un resfriado: no solo ataca el problema, sino que arrasa con todo el ecosistema beneficioso que mantiene la salud del sistema.

El glifosato no distingue entre plantas «buenas» y «malas». Pero su daño más profundo y silencioso ocurre bajo tierra. Actúa como un potente quelante de minerales, bloqueando la absorción de micronutrientes esenciales como el manganeso o el hierro, tanto en las plantas tratadas como en la vida del suelo. Esto debilita a las plantas ornamentales circundantes, haciéndolas más susceptibles a enfermedades y creando, paradójicamente, más espacio para futuras malas hierbas especialistas en suelos pobres.

El impacto más devastador es sobre la vida microbiana. El suelo no es un sustrato inerte; es un organismo vivo, una compleja red de bacterias, hongos, protozoos y nematodos que son la base de la fertilidad. El glifosato es tóxico para muchas de estas comunidades, especialmente para los hongos micorrícicos, fundamentales para la nutrición de las plantas. Como explica el Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA) en sus estudios, este efecto es catastrófico.

El glifosato destruye las redes de hongos micorrícicos, los ‘internet’ del suelo que conectan las raíces y les ayudan a absorber nutrientes.

– Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA), Estudio sobre impacto del glifosato en microbiota del suelo

Al destruir esta red biológica, el suelo pierde su estructura, su capacidad de retener agua y nutrientes, y se vuelve dependiente de fertilizantes externos. Es un proceso de esterilización progresiva que convierte un ecosistema vivo en un mero soporte físico, creando un círculo vicioso que exige cada vez más intervenciones químicas.

La elección de no usar glifosato no es solo una decisión ecologista, sino una estrategia inteligente de jardinería a largo plazo. Proteger la vida microbiana es proteger la resiliencia y autonomía de su jardín, reduciendo la necesidad de cualquier tipo de intervención en el futuro.

¿Cuándo escardar para interrumpir ciclo reproductivo antes de que produzcan semillas?

Aunque nuestro objetivo es crear un sistema que minimice la necesidad de escardar, la eliminación manual sigue siendo una herramienta necesaria, especialmente en las fases de transición. Sin embargo, para que sea efectiva y no un simple ejercicio de cardio, debe realizarse de forma estratégica. La clave no es la fuerza, sino el timing. El objetivo es intervenir en el momento preciso para interrumpir el ciclo reproductivo de la planta, antes de que pueda producir y dispersar sus semillas.

Cada metro cuadrado de suelo contiene lo que se conoce como el banco de semillas: miles, a veces millones, de semillas de adventicias latentes, esperando las condiciones adecuadas de luz y temperatura para germinar. Muchas de estas semillas pueden permanecer viables durante décadas. Cada vez que una mala hierba completa su ciclo y libera sus semillas, está haciendo un depósito masivo en este banco, garantizando problemas para los años venideros. Una sola planta de cenizo (Chenopodium album) puede producir más de 70.000 semillas.

Por lo tanto, la regla de oro de la escarda estratégica es: actuar siempre antes de la floración. En el momento en que vea aparecer los botones florales, la planta está a punto de ganar la batalla generacional. Es en ese instante cuando la escarda tiene el máximo impacto. Eliminar la planta en esta fase no solo impide la producción de nuevas semillas, sino que además se aprovecha el momento en que la planta ha invertido gran parte de su energía en la reproducción, debilitando sus reservas en la raíz.

La siguiente imagen representa de forma conceptual este banco de semillas, el enemigo invisible y durmiente que debemos evitar despertar y, sobre todo, reabastecer.

Corte transversal del suelo mostrando el banco de semillas en diferentes profundidades

El calendario de intervención varía según la especie y el clima de cada región de España. Conocer los ciclos de las adventicias más comunes en su zona le permitirá anticiparse y actuar con la máxima eficiencia, minimizando el esfuerzo y maximizando los resultados.

  • Marzo-Abril: Actuar contra amapolas antes de floración (zonas mediterráneas).
  • Abril-Mayo: Eliminar diente de león cuando aparecen los primeros botones florales, antes de que se conviertan en vilanos.
  • Mayo-Junio: Controlar la verdolaga al inicio del verano, en cuanto aparece, ya que su ciclo es muy rápido.
  • Primavera y Otoño: Realizar una doble actuación contra la grama para agotar las reservas de sus rizomas.
  • Todo el año: Plantas perennes como la correhuela requieren cortes constantes (cada 15-20 días) para agotar su potente sistema radicular.

Al sincronizar sus esfuerzos con la biología de las plantas, transforma una labor agotadora en una intervención quirúrgica y precisa, debilitando el banco de semillas existente y previniendo su reposición.

¿Por qué una cobertura vegetal densa suprime el 90% de malas hierbas sin intervención química?

La solución más eficaz, sostenible y estéticamente agradable para el control de malas hierbas no es un producto ni una herramienta, sino un principio ecológico: la supresión por competencia. La naturaleza aborrece el vacío. Un suelo desnudo es una invitación abierta para que las plantas pioneras (las adventicias) colonicen el espacio. La estrategia definitiva, por tanto, consiste en ocupar ese espacio con una densa cobertura de plantas deseadas que, por sí mismas, impidan la germinación y el desarrollo de las hierbas no deseadas. Estudios en jardinería ecológica han demostrado una reducción de hasta el 90% en la aparición de malas hierbas al establecer una cobertura vegetal densa.

Este método funciona a través de varios mecanismos simultáneos. En primer lugar, y el más importante, es el bloqueo de la luz. La mayoría de las semillas del banco del suelo necesitan una señal lumínica para germinar. Un denso dosel de hojas de plantas tapizantes crea una sombra permanente que inhibe este proceso de forma natural. En segundo lugar, se establece una feroz competencia por los recursos. Las raíces de la cobertura vegetal colonizan el suelo, compitiendo activamente por el agua y los nutrientes, dejando poco disponible para las plántulas de adventicias que intenten establecerse.

Finalmente, algunas plantas tapizantes tienen efectos alelopáticos, lo que significa que liberan compuestos químicos naturales a través de sus raíces u hojas que inhiben el crecimiento de otras especies a su alrededor. Este «herbicida natural» crea una zona de exclusión altamente efectiva. El resultado es un sistema que se autorregula y se defiende, creando un tapiz verde que no solo es bello, sino que trabaja activamente para el jardinero.

Para el clima mediterráneo y otras zonas de España, existen excelentes opciones de plantas tapizantes resistentes a la sequía y de bajo mantenimiento. Aquí presentamos una selección probada:

  • Thymus hirsutus (Tomillo peludo): Muy resistente a la sequía, aromático y con una floración discreta. Soporta un pisoteo moderado.
  • Rosmarinus officinalis ‘Prostratus’: Romero rastrero que cubre amplias superficies, florece gran parte del año y apenas supera los 30 cm de altura.
  • Cerastium tomentosum: Perfecta para taludes secos y soleados, forma una alfombra plateada que se cubre de flores blancas en primavera.
  • Dichondra repens: Ideal para zonas de semisombra, crea un efecto similar al césped sin necesidad de siega, aunque es menos resistente al pisoteo.
  • Frankenia laevis (Brezo de mar): Autóctona de la península, tolera la salinidad, lo que la hace perfecta para jardines costeros.

Al apostar por las plantas tapizantes, no solo se soluciona el problema de las malas hierbas de forma permanente, sino que se fomenta la biodiversidad, se mejora la estructura del suelo y se reduce drásticamente la necesidad de riego y mantenimiento.

¿Cómo descompactar un suelo endurecido sin voltear completamente las capas del perfil?

Cuando el diagnóstico revela un suelo compactado, el primer impulso es recurrir a un motocultor o a una azada para «labrar» la tierra. Sin embargo, esta acción, aunque aparentemente beneficiosa, es a menudo contraproducente. Al voltear y mezclar las capas del suelo, se rompe su estructura natural (los «horizontes»), se destruyen las redes de vida microbiana y, lo que es peor, se trae a la superficie miles de semillas del banco de semillas que estaban latentes en la oscuridad, exponiéndolas a la luz y provocando una explosión de germinación.

El objetivo correcto no es voltear, sino airear y descompactar, manteniendo la estructura de capas del suelo intacta. Para ello, existen herramientas y técnicas mucho más respetuosas y efectivas. Una de las más destacadas, aunque poco conocida en España, es la grelinette u horca de doble mango. Esta herramienta manual permite hundir sus púas profundamente en el suelo (hasta 25-30 cm) y, mediante un movimiento de balanceo, levantar y airear la tierra sin invertirla. Se crean fisuras y canales para el aire y el agua, pero las capas del suelo y el banco de semillas profundo permanecen en su sitio. De hecho, agricultores ecológicos en Cataluña que han adoptado esta herramienta reportan hasta un 70% menos de germinación de adventicias en comparación con el laboreo tradicional con motocultor.

Otra técnica biológica extraordinariamente eficaz es el uso de abonos verdes. Consiste en sembrar en otoño plantas con sistemas radiculares potentes, como la avena, la veza o el nabo forrajero. Durante el invierno, sus raíces actúan como un «ejército» de pequeños arados biológicos, penetrando y descompactando el suelo de forma natural. En primavera, antes de que florezcan, se siegan y se dejan sobre el terreno como mulch, aportando una cantidad masiva de materia orgánica (hasta 3-4 kg por m²) que mejorará la estructura y la fertilidad para la plantación posterior.

Este es un plan sencillo para implementar la técnica de abonos verdes:

  1. Octubre: Siembra de una mezcla de veza (fija nitrógeno) y avena (aporta estructura) en la zona a recuperar.
  2. Noviembre-Marzo: Dejar que las plantas crezcan. Sus raíces trabajarán descompactando el suelo de forma natural durante todo el invierno.
  3. Abril: Justo antes de la floración, cortar la cubierta vegetal a ras de suelo. No arrancar las raíces.
  4. Mayo: El suelo está listo para la nueva plantación, con una estructura porosa y enriquecido con la materia orgánica de la cubierta segada.

Estas técnicas no ofrecen la gratificación instantánea de un suelo recién labrado, pero sus efectos son mucho más profundos y duraderos. Trabajan a favor de la ecología del suelo, no en contra, sentando las bases para un jardín sano y resistente que no dependa de intervenciones constantes.

A recordar

  • Las malas hierbas no son el enemigo, sino bioindicadores que diagnostican problemas del suelo (compactación, pH, humedad).
  • Las soluciones químicas como el glifosato esterilizan la vida microbiana del suelo, creando una dependencia y un daño a largo plazo.
  • La estrategia más efectiva es la supresión por competencia: usar plantas tapizantes para crear una cobertura densa que impida la germinación de adventicias.

Cómo eliminar malas hierbas para siempre plantando tapizantes sin productos químicos

Llegamos al punto de convergencia de toda nuestra investigación: la solución definitiva y permanente no consiste en eliminar, sino en sustituir. La estrategia más inteligente, económica a largo plazo y beneficiosa para el ecosistema es invertir en un «mulch vivo»: un tapiz denso de plantas tapizantes que ocupe el espacio, compita por los recursos y suprima de forma natural la emergencia de adventicias.

La transición hacia este modelo requiere una inversión inicial de planificación, trabajo y dinero. Sin embargo, si analizamos los costes a medio y largo plazo, la opción de las plantas tapizantes se revela como la más económica con diferencia. El gasto continuo en herbicidas, sumado a las innumerables horas de trabajo dedicadas a la escarda manual, supera con creces el coste único de la plantación de una cobertura vegetal. Una vez establecida, esta requiere un mantenimiento mínimo y sus beneficios van mucho más allá del control de hierbas.

Este cambio de paradigma no solo soluciona el problema de las adventicias, sino que transforma por completo la salud y la dinámica de su jardín. Una cobertura vegetal viva mejora la estructura del suelo con sus raíces, aumenta la retención de agua (reduciendo la necesidad de riego), fomenta la biodiversidad atrayendo a polinizadores y otros insectos beneficiosos, y aporta un valor estético innegable durante todo el año. Es pasar de un modelo de «lucha contra la naturaleza» a uno de «colaboración con la naturaleza».

El siguiente análisis de coste-beneficio, basado en una superficie de 10 m² a lo largo de 5 años, ilustra de forma clara la ventaja económica de esta estrategia a largo plazo frente al enfoque tradicional de herbicidas y escarda.

Como demuestra esta comparativa de costes, la inversión inicial en plantas tapizantes se amortiza rápidamente, ahorrando dinero y, sobre todo, una enorme cantidad de trabajo en los años venideros.

Análisis Coste-Beneficio: Herbicidas vs Plantas Tapizantes (10m²)
Concepto Opción A: Herbicida + Escarda Opción B: Plantas Tapizantes
Coste Año 1 80€ herbicida + 20h trabajo 150€ plantas + 5h plantación
Coste Años 2-5 320€ + 80h trabajo 20€ mantenimiento
Total 5 años 400€ + 100h trabajo 170€ + 10h trabajo
Beneficios adicionales Ninguno Mejora suelo, biodiversidad, estética
Impacto ambiental Negativo Positivo

Para poner en práctica esta solución definitiva, es crucial revisar la estrategia completa para sustituir las malas hierbas por plantas tapizantes.

Empiece hoy a transformar su jardín, no arrancando hierbas, sino curando el suelo que las invita a crecer. El camino hacia un jardín sin malas hierbas no pasa por la erradicación, sino por la creación de un ecosistema sano, diverso y resiliente que se defienda por sí mismo.

Escrito por Miguel Ruiz, Miguel Ruiz es ingeniero agrónomo especializado en horticultura sostenible y gestión de suelos, con 18 años de experiencia en asesoramiento técnico para jardines residenciales y explotaciones agrícolas ecológicas en España. Titulado por la ETSIA de Madrid con especialización en Producción Vegetal, actualmente trabaja como consultor independiente en proyectos de transición hacia jardinería sin químicos sintéticos.